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Mil y una maneras de matar un dinosaurioJesús Gerardo Rodríguez Flores | Sociedad Astronómica de la Laguna, A.C. (México)
Los dinosaurios fueron los dueños y señores del planeta durante decenas de millones de años hasta que se extinguieron. ¿Por que se extinguieron y como ocurrió? Esta es una de las preguntas que durante muchos años inquietaron al hombre. Mientras hoy sabemos la respuesta, las generaciones anteriores idearon infinidad de hipótesis, desde las más viables a las más disparatadas. A continuación un anecdotario sobre el avance de la ciencia en la resolución de uno de nuestros grandes enigmas.
Hipotesis, locas hipótesis.Algo ocurrió hace sesenta y cinco millones de años, a finales del Periodo Cretáceo, algo tan devastador que alteró el curso de la vida en la Tierra. Ninguna de las especies que vivían exclusivamente en la tierra y que pesaban más de veinticinco kilos parece haber sobrevivido. Los únicos reptiles, de la rama de los arcosaurios que sobrevivieron fueron los crocodílidos. Ancestros de los lagartos y cocodrilos actuales.Durante mucho tiempo la extinción de los dinosaurios fue uno de los mayores enigmas científicos, lo cual dio lugar a todo tipo de teorías, desde las más coherentes hasta las más recontra-absolutamente-descabelladas. Solo para darnos una idea, citemos unas cuantas de ellas:
Existen también algunas teorías un poco más razonables, pero igualmente simpáticas y lo suficientemente satisfactorias con respecto a la extinción masiva de estas especies. Por ejemplo:
La cantidad de hipótesis emitidas para explicar la extinción de los dinosaurios es tan numerosa que el científico de Princenton, Glenn L. Jepson ya enumeraba en un solo párrafo las múltiples soluciones existentes en 1964:
Los descubridores, de izquierda a derecha: Helen V. Michel, Frank Asaro, Walter y Luis Alvarez.
Lo que realmente ocurrió.Como la mayoría de los grandes descubrimientos, el hallazgo de la causa real de la extinción de los dinosaurios ocurrió por puro accidente. El privilegio recayó en Walter Alvarez, catedrático asociado de Geología en la Universidad de California en Berkeley. La labor de Alvarez y su equipo era muy ajena a los dinosaurios. Su investigación era sobre el paleomagnetísmo, esto es la investigación de las inversiones del campo magnético de la Tierra que han tenido lugar a lo largo de varios millones de años. Por esta causa, en diversas ocasiones el polo magnético terrestre en lugar de ubicarse en el norte geográfico ha estado orientado hacia algún punto del territorio antártico. Con ese objetivo, desde 1973 el equipo de Alvarez venía tomando muestras de arcillas de las formaciones de piedra caliza de la región de Umbría, en los Apeninos italianos, dichas muestras serían comparadas con otras muestras, tanto de tierra firme como en el mar y así poder hacer un calendario confiable y completo de las fluctuaciones magnéticas en el curso de la historia de la Tierra.En la garganta de Bottaccione, cerca de la ciudad medieval de Gubbio, la piedra caliza muestra gran profusión de fósiles de microorganismos en la piedra arcillosa, pero algo que llamo la atención de Walter Alvarez fue que en determinado estrato todas las especies de microorganismos, excepto una, desaparecían de modo repentino. Aquellos estratos correspondían al limite del fin del cretáceo y el terciario. La época de la gran extinción. En este limite, la piedra caliza era cubierta por una capa de tierra arcillosa de color gris rojizo de uno o dos centímetros de grosor, casi desprovista de fósiles.
Walter Alvarez se interesó en dicha arcilla y en 1977 tomó muestras para encontrar algún dato que pudiera aclarar las razones de la extinción a finales del cretáceo. Walter describió su hallazgo a su padre Luis W. Alvarez, el notable físico ganador del Premio Nobel por sus investigaciones sobre los rayos cósmicos. La muestra no presentaba ninguna inversión del campo magnético, pero el descubrimiento de iridio dio otro giro a la investigación. El iridio es un metal muy raro en la corteza terrestre, pues al ser tan afín al hierro, debió concentrarse junto con este ultimo en el núcleo del planeta. Luis Alvarez sabia que el iridio se presenta en una concentración mil veces superior en los meteoros que en la corteza terrestre, y que por lo tanto como el polvo cósmico y el material micrometeorítico caen en el planeta a un ritmo más o menos constante, este debe dejar una marca química con la cual se podría calcular la duración del periodo de tiempo en los límites del cretáceo. Luis Alvarez entregó las muestras a Frank Asaro y Helen V. Michel, dos químicos nucleares del Lawrence Berkeley Laboratory para su análisis. Los resultados del análisis geoquimico revelaron tan escasas cantidades de iridio en la muestra (una en mil millones) que cualquier método de datación resultaba improcedente. Sin embargo, una de las muestras presentaba una cantidad de iridio mayor a la esperada por cualquier proceso normal de la Tierra o de caída de polvo meteórico. En 1978, Walter Alvarez trajo nuevas muestras de Gubbio y se encontró que la capa de arcilla de la época de extinción del cretáceo presentaba treinta veces más iridio que los sedimentos que se hallaban directamente por debajo o por encima de ella. ¿A qué se debía esto? De inicio Walter Alvarez expuso en la reunión de la Unión Geofísica Americana, en Washington en 1979, que las pruebas del iridio apoyaban las teorías en favor de que había sido un acontecimiento extraterrestre la causa de los cambios en la Tierra que dieron lugar a la extinción. Posiblemente una supernova. Sin embargo, posteriormente se calculó que para tan alta concentración de iridio se hubiera necesitado que la supernova estuviera a una distancia inferior a medio año luz (exageradamente cercana). Además una supernova debería producir una concentración alta de pultonio-244 y no era asi. Los isótopos de iridio-191 e iridio-193 eran más parecidos a los elementos que se dan en el sistema solar. Si la fuente realmente era extraterrestre, la intensidad del iridio debía ser mundial, tal y como lo demostraron muestras conseguidas en Dinamarca y Nueva Zelanda, y todas de la misma capa geológica. Indudablemente era un fenómeno global. Los Alvarez llegaron a la conclusión de que el impacto de un meteorito, un asteroide de al menos 10 km. de diámetro explicaría la extinción masiva. El asteroide abriéndose paso por la atmósfera a 100 000 km/h, pudo haber causado un cráter de 200 km de anchura y enviando a la estratosfera una nube de polvo que se extendería rápidamente hasta envolver a la Tierra sumiéndola en la oscuridad. El equipo de Alvarez publicó su primer informe completo en la edición del 6 de Junio de 1980 de la revista "Science" bajo el titulo ``Extraterrestrial Cause of the Cretaceous Tertiary Extintion".
Imagen computarizada en 3D de la estructura del cráter Chicxulub.A muchos geólogos les incomodo la hipótesis de "extinción extraterrestre". Sin embargo en cerca de 36 muestras obtenidas en diversas partes del mundo, la capa limítrofe del Cretáceo-Terciario mostró el mismo contenido anormal de iridio. Incluso el buque de investigación "Glomar Challenger" excavó en los fondos marinos en Africa del Sur y extrajo muestras de la capa correspondiente: también presentaban una alto contenido de iridio. El fenómeno era global. Ramachandran Ganapathy de la J.T.Baker Chemical Company, examinó arcilla de Dinamarca y vio que, junto con el iridio, otros ocho elementos de daban en proporciones similares a las que aparecen en un meteorito típico. Un asteroide que chocara con la Tierra debería haber fundido la roca y despedir gotas del material fundido, esféricas, por todas partes. Jan Smith del Instituto Geológico de la Universidad de Amsterdam, fue el primero en encontrar esas esférulas en muestras de la arcilla limítrofe procedentes de España. Después aparecieron dichas esférulas en otras partes. Su composición y su gran tamaño (demasiado grandes para un transporte atmosférico generalizado) sugerían que presumiblemente no eran volcánicas. Las esférulas además contenían una alta concentración de iridio. Todo parecía indicar que se tenía perfectamente identificada la causa de la extinción de los dinosaurios: el impacto de un asteroide. Pero con ello la investigación no estaba completa. Todavía faltaba por descubrir el sitio donde el asteroide había impactado. La tarea no era facil. Se debía buscar un crater de 65 millones de años de antigüedad y ubicado en un sitio en el cual las consecuencias del impacto hubieran tendido devastadoras consecuencias tanto para las especies terrestres como las marinas. Los geologos conocian la existencia de inumerables crateres algunos relativamente recientes con unas decenas de miles de años y otros tan viejos como algunos centenares de millones de años de antigüedad. Pero ninguno concordaba con los 65 millones de años del limite Cretáceo/Terciario. El descubrirlo no era sencillo, pues la erosión borraba la evidencia de cráteres antiguos. Por si fuera poco, era bastante probable que el impacto hubiera ocurrido en el mar en un punto donde el lecho océanico tuviera algunos metros de profundidad, lo cual complicaría la búsqueda. Sin embargo el descubrimiento de ejecta de impacto en la zona del Caribe permitió intuir que el crater debía encontrarse en algun punto entre el Caribe, Centroamerica y Norteamerica. Lo anecdótico del asunto fue que el crater habia sido localizado desde varias decadas atrás y nadie se habia dado cuenta. En 1948, investigadores la compañía Petróleos Mexicanos descubren la existencia de una serie de anomalías concéntricas en la península de Yucatán mientras realizan investigaciones de prospeción petrolífera. Las operaciónes de exploración petrolífera continuaron hasta el año 1970 cuando se realizaron una serie de perforaciones para obtener muestras. En el analisis de las mismas se encontró una serie de anomalías en las brechas y rocas del Cretácico Superior, pero originalmente se atribuyeron a fenómenos volcánicos y no a un impacto meteórico. Pero hacia 1981, un año despues de la publicación de la hipotesis de los Alvarez, un grupo de geofísicos del petroleo contratados por Pemex logran determinar que las anomalias alrededor de la población de "Chicxulub" en la peninsula de Yucatán son producto de un impacto, y que tal vez esté relacionado con la extinción de los dinosaurios. Lo más sorprendente del caso, es que esta información jamás trascendió en la comunidad científica, y el gran descubrimiento debería esperar mejores tiempos. Finalmente en 1991 los equipos de Adriana Ocampo del JPL de la NASA y Kevin Pope del Geo Eco Arch Research usaron imágenes del satélite LandSat para identificar una serie de depresiones anulares de 300 km alrededor de Chicxulub. A ello se agregó la confirmación de lecturas magnéticas y estatigráficas anteriormente obtenidas por Pemex, y los estudios de la Alan Hildebrand y William Boynton, de la Univ.de Arizona, que demostraron que la densidad de iridio en la arcilla del limite Cretáceo/Terciario se incrementaba en las inmediaciones del crater Chicxulub. Posteriormente se confirmó que las rocas en el interior del crater de Chicxulub se habian formado exactamente 65 millones de años en el pasado. Finalmente la busqueda habia terminado.
Hace 65 millones de años.En aquella ocasión, en plena Era Terciaria, un asteroide de con diez kilómetros de diámetro y una masa de dos billones de toneladas se impacto contra el norte de la península de Yucatán y parte del litoral del Golfo de México. El centro del cráter, de mas de 180 kilómetros de diámetro se encuentra en la población de Chicxulub: "la cola del diablo" según su traducción del maya. La fuerza del impacto provocó un enorme maremoto con olas de decenas y decenas de metros de altura. Las olas del maremoto dieron la vuelta al planeta, mientras las enormes cortinas de agua penetraron cientos de kilómetros tierra adentro devastando a su paso toda la flora y fauna existente. Millones de toneladas de agua salada fueron arrojadas a la atmósfera, saturándola de vapor de agua que formó nubes lo suficientemente densas para tapar la luz del sol, convirtiendo el día en noche.
El terremoto ocasionado por el impacto superó los 13 grados en escala de Ritcher, 10.000 veces más poderoso que el mayor terremoto registrado en los tiempos modernos. La energía liberada por el impacto disparó momentáneamente la temperatura varios millones grados centígrados devastando miles de kilómetros cuadrados de arboles y vegetación. Dicho incremento en la temperatura y la lógica evaporación del material del sitio del impacto lanzó a la atmósfera del planeta toneladas de sustancias sulfurosas que dieron lugar a una considerable lluvia ácida que hizo desaparecer el noventa por ciento del plancton de los océanos. La desaparición del plancton, aunado a la onda de choque que se propago por el mar a raíz del impacto, hizo desaparecer a la mayor parte de la vida marina en las capas altas del océano, situación que prevaleció durante casi 500.000 años. Cerca de quinientos mil millones de toneladas de polvo y ceniza fueron arrojados desde el sitio del impacto a la atmósfera del planeta. Estas partículas quedaron en suspensión durante varios años, convirtiéndose en un obstáculo para el libre paso de los rayos del sol. Las plantas ya no pudieron realizar el proceso de fotosíntesis. La falta de radiación solar produjo un brusco descenso de la temperatura hasta 10 o 15 grados centígrados durante varios años. Durante esta especie de "invierno nuclear", muchas especies de plantas y animales desaparecieron. El setenta por ciento de las especies del planeta se extinguieron.
Conclusión.La inquietud del hombre por buscar respuesta a la misteriosa desaparición de los dinosaurios finalmente ha dado su fruto. En la actualidad sabemos ha ciencia cierta lo que ocurrió. Es importante apreciar lo que hemos recorrido como civilización para aclarar este enigma científico. Un enigma que se solucionó a base de investigación y el empleo exacto del metodo científico. Y esta es una lección importante, pues a la ciencia no la debemos obligar a acelerar sus conclusiones. Hay que darle tiempo para que las respuestas, las respuestas reales, puedan ser descubiertas. Una lección importante para tantos "fabricantes de paradojas" que existen en nuestro tiempo.
Por otro lado, el descubrir las causas de la exitinción de estas sorprendentes creaturas que dominaron el planeta durante decenas de millones de años nos hace reflexionar sobre la vulnerabilidad que tiene esta debil especie humana con tan solo un millon de años sobre nuestro mundo. En la actualidad somos concientes de la existencia de asteroides que se aproximan de manera preocupante a la Tierra, y nuestra generacion a presenciado asombrada el impacto de más de una veintena de fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 contra el planeta Jupiter. Lo que en una ocasión "le arruinó la tarde a los dinosaurios" tambien nos la puede arruinar a nosotros. Sin embargo, a diferencia de los grandes reptiles de hace 65 millones de años, la especie humana cuenta con una gran herramienta a su disposicion: nuestro cerebro. El saber aprovechar sabiamente nuestros recursos en la detección astronómica de asteroides y cometas de "alto riesgo", y el mejoramiento de nuestra tecnología espacial nos permitira un día salvar a nuestro planeta y nuestra civilización de otro episodio semejante. Ojalá invertamos adecuadamente nuestros recursos en busca de ese objetivo, y tengamos tiempo suficiente para cumplirlo.
Bibliografía
Jesus Gerardo Rodríguez Flores.
Soc. Astronómica de la Laguna. Gómez Palacio, Durango. México. jgerardo@coah1.telmex.net.mx MegaCosmos http://www.astrored.org/noticias/megacosmos Astronomia Digital es una iniciativa de AstroRED y la Agrupación Astronómica de Gran Canaria (AAGC). Se permite la reproducción total o parcial de los contenidos de la revista para uso personal y no lucrativo. Para el envío de artículos o cartas de opinión debe ponerse en contacto con la redacción mediante correo electrónico en digital@astrored.org o por carta a: Astronomía Digital, Agrupación Astronómica de Gran Canaria, Apartado de correos 4240, 35080 Las Palmas de Gran Canaria (ESPAÑA). |