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Jesús Gerardo Rodríguez Flores | Sociedad Astronómica de La Laguna, México

Se cumplen 30 años del incidente del Apolo XIII. En un tiempo en el cual la civilización humana perdía el interés por los viajes lunares, un terrible accidente ocurrió a medio camino rumbo a la Luna. Para la sociedad y los medios, la misión se convirtió en una morbosa fuente de atracción del interés público. Para la NASA era un reto tecnológico con el fin de garantizar la vida de tres valiosos astronautas. Ésta es la verdadera historia del Apollo XIII...


El preámbulo.

Dos exitosas misiones los precedían. El famoso Apolo 11 había descendido en el Mar de la Tranquilidad en julio de 1969, y la misión Apolo 12 en el Océano de las Tempestades sin complicaciones. Las muestras de roca lunar traídas eran examinadas concienzudamente. Pero a pesar de que los astronautas habían sido debidamente entrenados en geología, muchos científicos se quejaban de que las muestras lunares traídas hasta la fecha bien podían ser viejos meteoritos caídos en la Luna, y no material original de nuestro satélite. Por este motivo las misiones Apolo ahora tendrían una variante: en lugar de descender en los mares lunares como las dos misiones anteriores, Apolo 13 descendería en un terreno elevado, la región del cráter Fra Mauro, donde seguramente podrían obtener auténtico material lunar.

La tripulación de Apolo 13 estaría integrada por James Lowell, de 42 años, veterano de 572 horas en el espacio en misiones anteriores; Thomas K. Mattingly, de 34 años, piloto del módulo de comando; y Fred W. Haise, de 36 años, piloto del módulo lunar. También estaba la tripulación de reserva con John Young, de 39 años, comandante de misión; Jack L. Swigert de 38 años, piloto del módulo de mando, y Charles Duke Jr. de 34 años, piloto del módulo lunar.

Hacía apenas nueve meses del histórico paseo de Neil Armstrong y Edwin Buzz Aldrin por la Luna, y para entonces el público veía con tanta cotidianidad los vuelos lunares que ya no sentía atracción por las misiones Apolo. Lo más relevante hasta entonces en la misión del Apolo 13, para el público superficial, habían sido los síntomas de infección de sarampión que algunos de la tripulación habían presentado. Charles Duke Jr., quien fuera el encargado de enlace (CAPCOM) con la histórica misión del Apolo 11, había contraído sarampión cinco días antes del lanzamiento del Apolo 13. Como los seis astronautas habían entrenado juntos los últimos tres meses, existía el riesgo de que el sarampión hubiera contagiado a otros miembros de la tripulación. Por ello tuvieron que someterse a análisis de sangre que demostraron que sólo Thomas K. Mattingly no había desarrollado anticuerpos contra el sarampión, por lo cual era posible que también estuviera infectado. El doctor Charles Berry, médico asignado por la NASA a la misión, recomendó la sustitución de Mattingly para evitar problemas de contagio a la tripulación. Aunque James Lowell intentaba volar con su tripulación titular, tuvo que aceptar la determinación de los médicos y Jack L. Swigert sustituyó en el vuelo a Mattingly.

En los dos proyectos espaciales norteamericanos que habían precedido al proyecto Apolo, el Mercury y Gemini, la cantidad de vuelos nunca llegaron a trece, por lo cual el número no se usó. Según relatan las leyendas, muchos sugirieron que el proyecto Apolo omitiera dicho número, pasando así del Apolo 12 al Apolo 14. Sin embargo esto pareció absurdo a hombres familiarizados a usar la razón científica y no la superstición. Lo único cierto fue que el número trece, irónicamente, siguió a la misión muy de vez en cuando.

Finalmente llegó el 11 de abril de 1970. Ese día, pasado mediodía, el imponente Saturno V despegaría para enviar rumbo a la Luna una nueva tripulación de astronautas estadounidenses. A diferencia del lanzamiento del Apollo 11, un año atrás, ya no se veía el millón de espectadores acampando en los alrededores de Cabo Kennedy; las cámaras de televisión estaban listas para trasmitir el despegue, pero ya no por los reporteros titulares de las cadenas de noticias. Incluso las tribunas de honor, aquéllas saturadas de mandatarios y diplomáticos de todo el mundo hacía un año, ahora sólo eran ocupadas en la primera fila por familiares de los tripulantes, así como por el vicepresidente Spiro Agnew que acompañaba al canciller alemán Willy Brandt (que cumplía los puntos de su agenda protocolaria). Incluso el presupuesto de la NASA empezaba a sufrir la apatía de la nación. Sus futuros presupuestos serían recortados, con lo cual tuvieron que reducirse de ocho a sólo seis misiones tripuladas a la Luna. Los Estados Unidos ahora tenían otra prioridad, que no les daría tantas satisfacciones como la llegada a la Luna: la Guerra de Vietnam. Pero de eso no se lamentarían hasta más tarde. Al igual que Richard Nixon y su Watergate...

Finalmente se encendieron las toberas del cohete Saturno V, y lentamente fue levantándose sobre la rampa de lanzamiento 39A. El Apolo 13 ya iba rumbo a la Luna.

Eran las 13:13 horas.


Lanzamiento del Apolo 13 desde Cabo Kennedy en un cohete Saturno V. (NASA)


El persistente número 13.

11 de abril de 1970, 13:13 horas de Florida. El Apolo 13 despega en un cielo ligeramente cubierto de nubes. Formando parte el cohete Saturno V está el módulo lunar Acuario y el módulo de mando Odisea. En éste último se encuentra la tripulación: James Lowell, Jack Swigert y Fred Haise. Las primeras etapas de la puesta en órbita se desarrollan sin novedades; sólo la tobera de la segunda etapa del Saturno V se extingue antes de lo previsto, pero el problema es compensado activando los motores cohete de la tercera etapa durante unos segundos más. Apolo 13 está en su ruta de vuelo prevista.

Ya orientados hacia la Luna, se activaron los pernos explosivos que sujetaban al módulo de mando Odisea con la tercera etapa del Saturno V. Libre el Odisea, giró 180 grados e insertó su nariz cónica en el habitáculo de la tercera etapa. Allí atracó el módulo lunar Acuario, y perfectamente sujetos ambos módulos, se separaron de la tercera etapa del Saturno V para realizar su vuelo lunar de manera independiente.

Los problemas graves empezaron el lunes 13 de abril.

Aquel día debía ser tranquilo, sin mucha actividad en la misión espacial. Hacia mediodía de Houston, los tripulantes empezaron la inspección del Módulo Lunar Acuario, en el cual un depósito de helio mostraba cierto aumento de presión, aunque tolerable. Hacia las 21:00 horas empezarían los problemas. Apolo 13 se encontraba en la zona de equilibrio de la gravedad terrestre y lunar, a unos 329 850 kilómetros de la Tierra, y la velocidad del Módulo de Mando Odisea había disminuido hasta 3 000 kilómetros por hora.

Ironías de la vida. Dos años atrás, Hollywood había hecho una serie de películas sobre desastres espaciales. Allí estaba Marooned en 1969, con Gregory Peck y Gene Hackman, sobre una cápsula con tres tripulantes que no podía regresar a la Tierra. Y un año antes, en 1968, la espectacular "2001, Odisea en el espacio" sobre una trágica misión tripulada a Júpiter. El módulo de mando del Apolo 13 había sido bautizado Odisea, muy en boga con esta película, y cuando la tripulación del Apolo 13 escuchaba en la cabina el tema de Strauss de "Así hablaba Zarathustra" (tema identificado con "2001") fue cuando sobrevino la explosión a bordo.

Las alarmas sonaron a bordo del módulo Odisea, y como deja vú el piloto del Módulo de Comando, Jack Swigert, repitió la misma frase de la película "2001"...

-- Houston, tenemos un problema.

El Centro de Control de Houston inmediatamente intentó averiguar qué era lo que pasaba a bordo del Apolo. El comandante Lowell continuó informando:

-- Tenemos una disminución de tensión en el distribuidor principal B.

Poco a poco más lecturas anómalas del equipo iban agregándose

-- Nuestro depósito 02 Cr número dos esta en cero ¿Han comprendido?

Esta frase puso en tensión a los técnicos de Houston. Ese depósito contenía casi 150 kilolibras de oxígeno líquido para alimentar las celdas de combustible que dotaban de energía eléctrica a los instrumentos de a bordo, los sistemas de supervivencia y propulsión de la nave, así como de agua potable a la tripulación. Por alguna razón, ahora el depósito estaba inexplicablemente vacío.

El piloto del módulo lunar informó de nuevas observaciones a Houston:

-- Ahora tenemos también una bajada de tensión en el distribuidor principal A. Se trata de corriente alterna. Y cuando miro por la escotilla, me parece que perdemos algo, que estamos perdiendo algo que se va al espacio.

-- Comprendido. Tomamos en cuenta que están perdiendo algo -- repitió el responsable de enlace en Houston.

En ese momento, el piloto del módulo de mando, Swigert, informó de problemas con la orientación de la nave.

-- Hay algo que nos pone en movimiento, sobre los ejes longitudinal y transversal, de modo que creo que la causa de ello es que estamos perdiendo algún gas o algo así. Debo utilizar la dirección manual, con el fin de estabilizar la nave; pero en cuanto lo hago, se presentan nuevamente las aceleraciones. ¿Pueden ustedes comprobar si alguno de los propulsores de estabilización está funcionando?

-- Muy bien 13. Tenemos aquí mucha gente que se está ocupando de resolver ese problema. -- respondió Houston. -- En cuanto sepamos algo se lo comunicaremos. Serán ustedes los primeros en saberlo.

A partir se ese momento la NASA desarrolló la movilización de científicos más impresionante de la Historia. Inmediatamente los diseñadores de la nave Apolo y diversos especialistas fueron enviados a Houston para auxiliar a la NASA.

-- Se acabó -- comentó el comandante Lovell a sus compañeros. -- El descenso se da por cancelado.


Dentro del Aquarius.

Era una lástima. Lovell y Haise no serían los quinto y sexto astronautas que pisaban la Luna. Lo más penoso para Lovell era que con sus viajes en las misiones lunares Apolo 8 y 13, casi era seguro que la NASA no lo programaría para una nueva misión. Por lo regular, ningún astronauta era programado para más de dos misiones de un proyecto espacial.

Mientras, los encargados de misión en Houston elevaron una serie de recomendaciones a los astronautas que, con el tiempo, mostrarían su efectividad:

-- ¡Ahorren la energía eléctrica! ¡Desconecten la banda de sonido! ¡Desconecten la calefacción y todos los dispositivos que consuman energía eléctrica y que no sean absolutamente indispensables!

Mientras tanto el Módulo de Mando Odisea era desocupado por los tres astronautas, quienes se refugiaron en el Módulo Lunar Acuario. Los astronautas empezaron a transferir la información de las computadoras del Odisea al Acuario con la intención de no perder los datos de posición y navegación, que eran indispensables para manejar la nave. Al fallar la energía en el Odisea Jack Swigert, muy oportunamente, conectó las baterías del sistema de reingreso para evitar la pérdida de información sobre la posición del complejo Apolo 13 en el espacio exterior.

Los depósitos de oxigeno de emergencia fueron llenados muy oportunamente, puesto que el dispositivo de oxígeno del módulo de servicio del Odisea casi inmediatamente dejó de funcionar. Llegó un momento en el que la batería de reingreso del Odisea empezó a descargarse, y Swigert tuvo que desconectar todos los sistemas del módulo de mando. Toda luz en el Odisea se apagó: el Módulo de Mando estaba muerto.


Esta vista del módulo de servicio dañado fue fotografiado por una cámara de televisión del módulo lunar. Como se puede ver, un panel completo del módulo de servicio fue expulsado al espacio por la explosión del tanque de oxígeno nº 2. (NASA)

Los astronautas se refugiaron en el Módulo Lunar Acuario, que se convirtió en un verdadero bote salvavidas. A bordo de él se contaba con un sistema de servicio autónomo: sistema de energía eléctrica, equipo de comunicación, computadoras, sistema de soporte de vida y dos motores cohete. Aún así, grandes dudas atormentaban a los técnicos de la NASA. Nunca antes se había intentado controlar al complejo Módulo Lunar-Módulo de Mando desde el primero de ellos. ¿Podría hacerse sin problemas? El Acuario había sido diseñado para soportar vitalmente a dos tripulantes durante un máximo de 70 horas, ¿podrían ampliarse sus capacidades para resguardar una tripulación de tres astronautas durante 80 horas? ¿Podría dotarlos de suficiente energía eléctrica y oxigeno? Los expertos de la NASA empezaron a investigar todas las posibilidades. El Acuario llevaba a bordo más consumibles que cualquier Módulo Lunar de las misiones anteriores. Esto era así porque evidentemente se suponía que permanecería más tiempo en la superficie lunar. Además, la exploración extravehicular del Cráter Fra Mauro tenía programadas dos excursiones por parte de los astronautas. Esto implicaba despresurizar y represurizar dos veces la cabina, lo cual consumía mucho oxígeno. Al no tener lugar el alunizaje, los técnicos de la NASA calcularon que el oxígeno del Acuario podría ser suficiente para los tres tripulantes si se regulaba a 0,23 kilogramos por hora.

Los técnicos del Centro de Control de Houston dictaron a los astronautas toda una lista de verificación de sistemas, que permitiera desconectar todos aquellos dispositivos no indispensables para la misión. Además, los dispositivos que permanecieran activados trabajarían con la menor cantidad de amperios/hora para ahorrar energía, sin que su función se viera comprometida. El Módulo Lunar contaba con cuatro baterías en su etapa de descenso y dos baterías en la etapa de ascenso. Previendo que la energía eléctrica de estas baterías también tendría que usarse para recargar las pilas del amerizaje del Odisea, tenían que administrarse con sumo cuidado.

Otra duda era si los dispositivos de obtención de agua del módulo lunar serían suficientes para dotar de agua no sólo a la tripulación, sino al sistema de enfriamiento del equipo electrónico de a bordo. Y por si fuera poco, el motor del Módulo Lunar había sido diseñado para el alunizaje y despegue de la superficie lunar, una actividad no tan demandante como impulsar al complejo del Apolo 13, con sus más de 46 toneladas. ¿Podría hacerlo?

Por todo Estados Unidos, gran cantidad de computadoras eran alimentadas con programas y datos que permitieran simular todas las posibilidades de traer de regreso a los tres astronautas.


Crácter en la cara oculta de la Luna fotografiado por el Apolo 13. El cráter Joliot-Curie está situado entre el Mare Marginus y el cráter con radios. (NASA)

Mientras una parte del equipo planteaba estas inquietudes, otros técnicos de Houston habían logrado averiguar grosso modo lo que había ocurrido. Todo había tenido lugar en la llamada Sección 4 del módulo de servicio. Consistente en seis secciones, la cuarta sección era la encargada de proporcionar la energía eléctrica al complejo Apolo. Allí estaban las celdas de combustible, alimentadas por un gran depósito de hidrógeno y dos depósitos de oxígeno. Alguno de estos depósitos había explotado. Ahora resultaba imposible pensar en un descenso en la Luna; la prioridad era regresar la tripulación a la Tierra.


Imagen de televisión del Apolo 13 obtenida mediante una cámara acoplada a un telescopio Schmidt-Cassegrain de 40 cm de diámetro, durante su vuelta hacia la Tierra. (NASA)


En el lado oscuro de la Luna.

El problema se complicaba debido a la órbita híbrida que el Apolo 13 había tomado para su viaje a la Luna. Esta órbita híbrida se había conseguido activando, en plena trayectoria, el motor cohete del Módulo Odisea (antes de la explosión). Sin embargo, dicha órbita bordeaba la Luna y no regresaba a las inmediaciones de la Tierra (a diferencia de las misiones Apolo anteriores). Por lo tanto, si no se activaban los cohetes del Módulo Acuario, las posibilidades de que los astronautas volvieran a la Tierra eran prácticamente nulas.

Las computadoras de la NASA trituraron millones de dígitos para buscar la solución al problema de la órbita de regreso al planeta. Finalmente, la solución fue activar el motor de descenso del módulo lunar, de tal forma que dieran la vuelta a la Luna a una distancia de 240 kilómetros en lugar de los iniciales 115. De esta manera, lejos de pasar a 550 kilómetros del planeta, la tripulación podía amerizar en el Océano Índico. La solución funcionó bien y el motor de descenso del Acuario se activó a la perfección gracias a la computadora de a bordo.

En la Tierra, y fuera de las instalaciones de la NASA, el planeta volvió a poner su vista en el programa espacial. Con una curiosidad casi morbosa, todo el mundo estaba al pendiente de la suerte de James Lowell, Fred Haise y Jack Swigert. El proyecto Apolo, tras casi un año de indiferencias, se había vuelto a poner de moda. Varios países, incluida la Unión Soviética, ofrecieron su ayuda.

El martes 14 de abril a las 18:15 horas de Houston, el Apolo 13 pasó por detrás de la Luna. Durante un tiempo, los astronautas observaron la superficie de la Luna, tal vez con nostalgia de no poder hollar su suelo grisáceo. Dos horas después activaban nuevamente el cohete para una corrección de trayectoria.

Fue entonces cuando surgió un nuevo problema. Una alarma indicó que el dióxido de carbono en la atmósfera de la cabina había llegado al límite de tolerancia. De no hacer algo, los astronautas podían morir envenenados con el dióxido de carbono para las tres de la tarde del miércoles. Para solucionar esto, los astronautas debían acoplar en el sistema ambiental un filtro de hidróxido de litio. Las sales de litio tienen la característica de absorber el dióxido de carbono de la atmósfera, permitiendo que ésta vuelva a ser respirable. El hidróxido de litio del Acuario era suficiente para absorber el dióxido de carbono exhalado por dos astronautas en 53 horas, pero con un tercer ocupante, la duración disminuía dramáticamente a 36 horas.

La tripulación acudió a uno de los depósitos del módulo de mando, pero surgió un nuevo problema: la abertura de los depósitos del Odisea era cuadrada, mientras que los del Acuario eran redondos. La tripulación tuvo que improvisar. A las 3:38 de la madrugada del miércoles 15 de abril, desmontaron tubos de plástico de los trajes espaciales e hicieron un empalme. A sugerencia de los técnicos de la NASA, lo reforzaron con cinta adhesiva que iban a emplear originalmente para cerrar las bolsas con muestras de material lunar. Con ello el problema del dióxido de carbono quedó solucionado.

Mientras, la NASA preparaba una solución para otro problema. La marina estadounidense no tenía ninguna embarcación preparada para auxiliar al amerizaje de los astronautas en el Océano Índico, lo que los obligaba a alterar el lugar del descenso. Para ello idearon el "Impulso de Apresuramiento de Regreso a Casa", el cual consistió en activar durante cuatro minutos y medio el motor del Acuario para acelerar lo suficiente al complejo Apolo, y que pudiera amerizar sin problemas en el Océano Pacífico. Las tres activaciones de los cohetes para corregir el curso obligaban a consumir agua para enfriar la tobera del cohete, por lo cual la existencia de agua a bordo había disminuido considerablemente hasta un tercio. Para los astronautas, el racionar el agua era un problema serio. Sólo podían consumir seis onzas por día, una sexta parte del consumo normal de agua de un adulto. El agua era esencial para que sus riñones desecharan por la orina las toxinas que el organismo acumula comúnmente. La permanencia de estas nocivas substancias en el cuerpo puede provocar infecciones y altas fiebres. Fred Haise, el piloto del Módulo Lunar empezó a presentar síntomas de fiebre. Sin embargo, esto no afectó su labor.

El módulo de comando Odisea era sólo utilizado como lugar de reposo y dormitorio. Sin los sistemas de calefacción, la nave Apolo fue enfriándose poco a poco y los astronautas tuvieron que sufrir las consecuencias.


Logotipo oficial del Apolo 13. (NASA)


Fallar no es una opción.

Para el jueves 16 de abril, todo parecía listo para que la cápsula del Apolo 13 ingresara en la atmósfera. Sin embargo, algunos análisis de computadora demostraron que el ángulo de entrada de 5,5 grados era tan plano que seguramente la cápsula rebotaría en la atmósfera y se perdería para siempre en el espacio. Por otra parte, un ángulo de 7,5 grados era ya lo suficientemente pronunciado como para que la cápsula y sus tres tripulantes se desintegraran por la fricción atmosférica. Para evitar eso, era obligatorio una nueva corrección y que la cápsula entrara en la atmósfera con un ángulo de 6,5 grados, con un margen de error de menos de un grado. A las 10:31 horas, Lowell encendió los propulsores del Módulo Lunar para realizar una ligera corrección que les permitiera una trayectoria de ingreso más adecuada.

Aún restaban más de 24 horas para el reingreso. Mientras, los astronautas tuvieron que enfrentarse otro problema. Mientras Lovell hacía guardia en Acuario, de pronto sintió una vibración que atravesó el piso del Módulo Lunar. Al mirar por una de las ventanas circulares, observó una ya familiar nube de cristales de hielo que emergía de la etapa de descenso del Acuario.

-- Ése fue el fin de nuestros problemas con el helio -- comento Lovell a sus compañeros.

El tanque de helio del módulo lunar, que había seguido tan inestable como desde los primeros días, finalmente explotó a las 1:59 horas.

Jim Lovell informó al Capcom de Houston, Jack Lousma, sobre lo ocurrido. Lousma, uno más de los astronautas de la NASA, informó al comandante del Apolo 13 que la telemetría en Houston captaba que la presión del depósito de helio descendía bruscamente.

-- Bien, está bien --respondió Lovell--. Pero eso probablemente significa que vamos a tener problemas para restablecer nuestro giro de control térmico.

El helio se escapó al espacio exterior, y la fuga del gas fue semejante a tener un propulsor de la nave encendido. El complejo del Apolo 13 se desestabilizó y alteró el giro longitudinal que realizaba sobre su eje cada veinte minutos. Con el gas perdiéndose en el vacío, el giro del complejo se detuvo un instante e inmediatamente después se reanudó en sentido inverso hasta alcanzar una vuelta cada dos minutos. Los astronautas tuvieron que restablecer el giro original. El giro de Control Térmico Pasivo, o PTC, consitía en que el complejo Apolo girara lentamente para distribuir la temperatura por toda la nave. Una nave sin girar sobre su eje se calentaba considerablemente del lado expuesto a Sol, mientras del otro lado se congelaba debido al el frío del espacio exterior. Ambas temperaturas extremas podían dañar considerablemente el equipo de a bordo. La maniobra PTC había sido bautizada por los astronautas de misiones anteriores como "darle la vuelta al asado".


Fotografía de la Tierra obtenida por el equipo del Apolo 13 durante el viaje hacia la Luna. (NASA)

El viernes 17 de abril, muy temprano, los astronautas empezaron a conectar un cable de la batería del módulo lunar al acumulador de descenso de la cápsula Apolo. Dicho acumulador había sido usado de emergencia a raíz de la pérdida de electricidad del módulo de servicio. Durante 15 horas se recargaría para su vital desempeño en el reingreso a la atmósfera. Hacia la una de la tarde se realizó la última corrección, y quince minutos después Swigert activó los pernos explosivos que separaron el módulo de servicio de la cápsula y el Acuario. El complejo giró 180 grados y la tripulación pudo ver como el averiado módulo de servicio pasaba lentamente frente a las ventanillas del Acuario. La causa de tantas desventuras estaba a sus ojos. La sección 4 del módulo de servicio, donde antes estaban los tanque de hidrógeno y oxígeno, parecía un oscuro y tenebroso hueco. El resto del módulo de servicio también estaba averiado.

-- Apenas puede comprenderse, pero está totalmente destrozado -- comunicó Lowell a Houston.

-- Todo el revestimiento, desde la antena de radio hasta los motores cohete, está desgarrado -- dijo Haise.

Joe Kerwin, uno de los astronautas en tierra, se encontraba como CAPCOM en Houston y aprovechó para bromear con sus compañeros:

-- Si no pueden tener un poco más de cuidado con una nave espacial, no les darán otra.


Regreso de la tripulación del Apolo 13 a la Tierra. La cápsula cayó en el Océano Pacífico a las 12:07 del 17 de abril de 1970. (NASA)


Reingreso y amerizaje.

Finalmente llegó el momento crítico del descenso. A petición del Gobierno estadounidense, todas las emisoras de radio y comunicaciones que trabajaban en la misma gama de frecuencias que los astronautas apagaron sus transmisores para evitar interferencias u obstrucciones en la señal. A las 10:43, hora de Houston, el Módulo Lunar Acuario se separó de la cápsula del Odisea. La atmósfera que salía por la escotilla del Módulo Lunar fue suficiente para que se alejara de la cápsula Apolo. La cápsula fue orientada en el ángulo correcto para reingresar en la atmósfera. Ahora el escudo térmico de la cápsula estaba orientado para hacer frente al impacto de los átomos de la atmósfera. Las incertidumbres aún no se disipaban. ¿Se habría dañado el escudo ablativo por la explosión del módulo de servicio? De ser así, el escudo se desintegraría antes de lo esperado y la cápsula Apolo con toda la tripulación se calcinaría irremediablemente. A las 11:53, todas las comunicaciones con la cápsula Apolo se interrumpieron al iniciarse la fricción con las capas de la atmósfera; el excesivo calor y la ionización alrededor de la cápsula inutilizaron momentáneamente cualquier transmisión. Durante cuatro minutos y medio, nadie supo sobre la suerte de los astronautas. ¡Era demasiado tiempo! ¡Ninguna cápsula Apolo había perdido el contacto por más de tres minutos! Parecía que la misión estaba destinada a terminar en tragedia. Finalmente, Odisea radió a Houston. A 9000 metros de altitud, los paracaídas ligeros de la cápsula se abrieron, y cuando se alcanzaron los 3000 metros de altura, unos tranquilizadores paracaídas blancos y anaranjados pudieron captarse por las cámaras de televisión a bordo del navío de rescate Iwo-Jima. Eran las 12:07 de la tarde del 17 de abril de 1970. La cápsula Odisea amerizó a sólo seis kilómetros de distancia del buque de salvamento.

¡Los astronautas del Apolo 13 habían sobrevivido a la mayor crisis espacial de toda la Historia!

Rebosantes de alegría, Lovell, Swigert y Haise fueron rescatados por los hombres-rana de la armada, y volaron en helicóptero hasta el Iwo-Jima. Aquellos valerosos hombres, acostumbrados a la adversidad del espacio, elegidos para admirar la belleza de la superficie lunar, sin duda alguna apreciaron como nunca lo bello y maternal que puede ser nuestro planeta Tierra.

Sólo Fred Haise experimentó problemas serios de salud. La atmósfera muy fría de la nave Apolo 13 le causó una cistitis aguda que le duró cuatro semanas.


Retrato oficial de la tripulación del Apolo 13.


Las causas.

Terminado el vuelo, los científicos de la NASA se pusieron en la tarea de determinar las causas de la explosión a bordo del Módulo de Servicio del Odisea. Se creó una comisión de investigación encabezada por Edgar Cortright, Director del Centro de Investigaciones de la NASA en Langley (Virginia) y otros catorce integrantes, entre ellos el astronauta Neil Armstrong. Para iniciar la investigación, la principal fuente de información fue la telemetría, es decir, todas las señales y medidas que la nave espacial transmitía a la Tierra para monitorear el funcionamiento de cada uno de los sistemas de la nave Apolo. De esta forma, se determinó que la explosión tuvo lugar a las 55:54 horas con 42 segundos desde el despegue. Al analizar los datos telemétricos de la sección cuatro del módulo de servicio, donde se encontraba el tanque de oxígeno que explotó, se detectaron una serie de lecturas anómalas. Los depósitos de oxígeno líquido, construidos de acero especial con un recubrimiento interno de teflón, habían presentado una presión anormal. Construidos para presiones de 60 a 65 atmósferas, se habían elevado a 70 antes de suceder el accidente. Luego, la presión disminuyó a cero al tener lugar la explosión.

¿Qué había pasado con el Depósito Número 2 de Oxígeno?

El Comité Cortright investigó el historial de dicho componente. Había sido la compañía North American la encargada de la construcción del Módulo Apolo, y ésta a su vez había delegado a Beech Aircraft la construcción de los depósitos de oxígeno. Al contener oxígeno líquido (a bajas temperaturas), los depósitos incorporaban un complejo sistema para la regulación de la temperatura, que contaba con ventiladores para hacer circular el oxígeno y un sistema de termostatos para ayudar a caldear el oxígeno cuando se necesitara aumentar la presión. North American entregó a Beech Aircraft las especificaciones técnicas del equipo, en las cuales destacaba el uso de dos interruptores térmicos de 28 voltios que se usaban para desconectar el termostato cuando la presión y temperatura del depósito era las adecuadas. Los 28 voltios a los cuales trabajaban dichos interruptores eran el voltaje suministrado por la corriente eléctrica de la nave Apolo. Sin embargo, cuando el gigantesco Saturno V permanece en su plataforma de lanzamiento, la corriente eléctrica es suministrada desde tierra a 65 voltios. Esto hizo modificar las especificaciones de todo el equipo eléctrico de la nave. Pero en un raro caso de negligencia, ni los técnicos de la NASA, ni los técnicos de ambas compañías aeroespaciales se percataron de que los tanques de oxígeno aún tenían interruptores de 28 voltios.

Cuando el Saturno V permaneció conectado a la corriente de 65 voltios en tierra, los dos interruptores se sobrecargaron y se produjo un cortocircuito. Ya en vuelo, con los dos interruptores inutilizados, el termostato no pudo desactivarse, con lo cual el oxígeno siguió incrementando su temperatura hasta que la presión dentro del deposito fue excesiva y explotó, inutilizando de esta forma los sistemas del módulo de servicio.

La Comisión llego a la conclusión de que la tripulación del Apolo 13 se hubiera perdido irremediablemente si la explosión hubiera tenido lugar después de la separación de la nave Acuario, o durante el paseo Lunar. Para entonces las reservas de agua, electricidad, oxigeno y combustible no hubieran sido suficientes para regresar a la tripulación con bien. A raíz de estos problemas, la NASA postergó durante dos meses el lanzamiento de la misión Apolo 14 y ordenó el rediseño de los depósitos de oxígeno. Además se incrementó la capacidad de combustible y agua en el módulo lunar, se instalaron más acumuladores, e inclusive se dotó a la nave Apolo de termogeneradores eléctricos de radioisótopos, con los que se podía obtener electricidad del calor desprendido por material radiactivo. Con todos estos cambios en las naves Apolo, se podía tener la seguridad de que la NASA no volvería a enfrentarse a una emergencia tan dramática como fue el "frustrantemente exitoso Apolo XIII".

Apolo 14 despegó el 31 de enero de 1971 con el famoso comandante Alan Shepard (el primer estadounidense en el espacio), Edgar Mitchell y Stuart Roosa. Su misión ya no era alunizar en el cráter Censorius, sino en el altiplano Fra Mauro, el sitio de descenso del abortado vuelo del Apolo 13. El Módulo de Servicio del Apolo 14 llevaba entre muchas otras novedades un tercer deposito de oxígeno, perfectamente aislado de los demás tanques, producto de un diseño más cauteloso y previsor. Bajo esta nueva visión, la NASA pudo completar seis misiones lunares. Cuando el Apolo 17 llegó a la superficie lunar, Estados Unidos lamentablemente abandonó las misiones tripuladas a nuestro satélite natural, pero con la satisfacción de haber puesto a doce astronautas en su superficie para recuerdo de toda la humanidad.

Apolo 13, treinta años después.

¿Qué ha sido de los tres astronautas de la misión Apolo 13?

Antes que nada mencionaremos que el astronauta Ken Mattingly, el piloto titular del Módulo de Comando que fuera sustituido por Jack Swigert en la misión Apolo 13, nunca enfermó de sarampión, contra los temores de los médicos de la NASA. Para su fortuna, posteriormente pudo realizar un viaje a la Luna sin contratiempos en la Misión Apolo 16, que descendería en el cráter Descartes. En dicha misión, Mattingly fue el piloto del Módulo de Comando, y los dos astronautas que pisaron suelo lunar fueron John Young y Charlie Duke, los astronautas reservistas del Apolo 13. Posteriormente, al concluir el programa Apolo, Ken Mattingly se convirtió en piloto de pruebas del programa del Transbordador Espacial y volvió nuevamente al espacio en 1982, durante el cuarto vuelo del transbordador Columbia, y otro posterior.


En 1996 se estrenó la película Apolo 13, Tom Hanks de protagonista, basado en un libro escrito por Jim Lovell. (Universal Pictures).

El Piloto del Módulo Lunar Acuario, Fred Haise, quien no pudo caminar en la Luna al abortarse el alunizaje del Apolo 13, fue posteriormente programado como comandante del futuro Apolo 19. Para su infortunio, los recortes presupuestarios que sufrió la NASA provocaron que los Apolo 18, 19 y 20 fueran cancelados, con lo cual Haise, al igual que Lovell, no pudo entrar a ese selecto club de seres humanos que han caminado en la superficie lunar. Posteriormente Haise continuó trabajando con la compañía Grumman, con quienes tiempo atrás había diseñado el Módulo Lunar que les había salvado la vida a él y a sus compañeros Swigert y Lovell.

Con el tiempo, Fred Haise se convirtió en piloto de pruebas del prototipo de los Transbordadores Espaciales: el orbitador Enterprise. En junio de 1979, Haise se retiró de la NASA y actualmente es presidente de Grumman Technical Services en Titusville, Florida. Allí reside con su esposa Patt.

Jack Swigert, el piloto de reserva del Módulo de Comando Odisea, tuvo un destino poco común. Swigert era el único soltero en la nomina de astronautas de la NASA. Para su suerte, cuando Charlie Duke enfermó de sarampión y Ken Mattingly era propenso a enfermar, Swigert viajó como relevo. Sin embargo, ya hemos visto que el vuelo del Apolo XIII distó mucho de ser placentero. Después del amerizaje del 17 de Abril de 1971, Jack Swigert no quiso tentar más a la suerte y abandonó la NASA para regresar a Colorado. En 1979 se convirtió en vicepresidente de BDM Corporation en Golden (Colorado). Posteriormente decidió probar fortuna en la carrera política, al igual que lo han hecho muchos ex-astronautas. Su intento por llegar al Senado fracasó, pero el 11 de noviembre de 1982 ganó las elecciones para la Cámara de Representantes. Sin embargo, un mes antes de las elecciones de noviembre, se le diagnosticó un especialmente agresivo caso de linfoma cancerígeno. Para su mala fortuna, tres días antes de la apertura de la Cámara de Representantes, el 28 de diciembre de 1982, Jack Swigert fue derrotado por el cáncer.

Por su parte, el Comandante del Apolo 13 James Lovell, abandonó la NASA en marzo de 1973. Trabajó en una compañía marina, y después en el área de las telecomunicaciones. Se convirtió en vicepresidente ejecutivo de Centel Corporation . En 1994 aparece un libro escrito en coautoria con Jeffrey Kluger titulado Lost Moon: The Perilous Voyage of Apollo 13 (Perdidos en la Luna: El peligroso viaje del Apolo 13) y posteriormente retitulado "Apollo 13", del cual se han extraído valiosas notas para la elaboración de esta monografía. Este libro de Lovell y Kluger ha sido la base para la elaboración del guión de William Broyles Jr. y Al Rinert para la exitosa película de Estudios Universal dirigida por Ron Howard. En "Apollo 13" actúan Tom Hanks como Jim Lovell, Kevin Bacon como Jack Swigert, Bill Paxton como Fred Haise y Ed Harris como Gene Kranz, el Director de Vuelo de la NASA que tuvo la responsabilidad de regresar sanos y salvos a la tripulación de la nave averiada.

Jim Lovell, comandante del Apolo 13 y David R. Scott, comandante del Apolo 15, fueron los asesores de la película, que fue hecha con la completa colaboración de la NASA. La cinta dirigida por Ron Howard, con una inversión de 40 millones de dólares, recaudó en sólo dos meses de exhibición más de 200 millones de dólares, demostrando una vez más el interés del publico por la aventura y exploración espacial. \Omega

Bibliografía

  1. "Apollo 13". Jim Lovell & Jeffrey Kluger. Pocket Books. EEUU. 1994.
  2. "Apollo by the numbers". Richard W. Orloff. 1996.
  3. "Apolo 13. Qué pasó realmente". Juan Antonio Guerrero. Revista MUY Interesante. Año XIII Nº 3. México.
  4. "The Real Rocket Man. Apollo 13 Commander". Revista Final Frontier. Agosto 1995.
  5. "Apollo 13: A Race Against Time". CD-ROM. CounterTop Software. Redmond. WA. EEUU.

Jesus Gerardo Rodríguez Flores
Sociedad Astronómica de la Laguna
Gómez Palacio, Durango. México.
jgerardo@prodigy.net.mx
MegaCosmos
http://www.astrored.org/noticias/megacosmos

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