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[El Mundo y sus Demonios]
El Mundo y sus Demonios
(Carl Sagan)
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Carl Sagan, pacifista y ecologista

David Galadí-Enríquez | Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), España

Nadie se sorprende cuando al hablar de Carl Sagan y su obra se menciona la Astronomía o la vida extraterrestre. Menos conocido, aunque comentado muy a menudo, es el compromiso de Sagan con la lucha contra la seudociencia y en defensa del pensamiento crítico. Sin embargo, es bastante gente la que se sorprende (aunque no los buenos conocedores de su obra) cuando se habla del pacifismo y el ecologismo en la labor del gran divulgador estadounidense. Sin embargo, se trata de temas que, aunque no constituyan el eje central de su obra, sí están presentes de modo casi constante, desde sus primeros libros hasta su obra póstuma, Miles de millones, en la que adquieren un lugar predominante.

Cuando se habla de una manera muy general de pacifismo y ecologismo, no es infrecuente colocar los dos temas dentro de una misma categoría más o menos nebulosa. Se usa incluso a veces el término ecopacifismo. Sin embargo, las dos ideas son bien distintas y conviene separarlas. El pacifismo consiste en la oposición a la guerra, mientras que el ecologismo tiene que ver con el empleo racional de los recursos naturales. Vamos a considerar brevemente la presencia de estos dos conceptos en la obra de Sagan.


Pacifismo: guerra fría y guerra caliente.

La mayor parte de la vida científica de Sagan se desarrolló en plena guerra fría. Él era, además, un científico empleado en uno de los campos de mayor competencia entre las superpotencias: la exploración espacial. No cabe duda de que la guerra fría fue un condicionante permanente de su actividad. Sagan se distinguió siempre por una actitud abierta de colaboración con los científicos del otro lado. Él sabía que el progreso de la ciencia requiere intercambio libre de ideas. Buena prueba de esta actitud es la publicación de un libro en colaboración con un científico soviético (I.S. Shklovskii) a finales de los años setenta, Vida inteligente en el Universo, una obra que todavía mantiene buena parte de su interés y que sigue siendo accesible en las librerías.

Su actitud colaboradora con científicos del este lo llevó a vivir varias situaciones curiosas con los servicios secretos estadounidenses, como relata en un capítulo delicioso de La conexión cósmica titulado Ciencia e inteligencia. En esa misma obra, publicada también a finales de los años setenta, Sagan se atrevía a elogiar las virtudes que, a su modo de ver, presentaba el estilo soviético en la exploración del espacio.

No es casual que Sagan fuera el científico estadounidense elegido en 1988 para el experimento de las revistas Parade (de EEUU) y Ogoniok (URSS) de intercambiar artículos de personajes relevantes en la vida intelectual de ambos estados. En su obra póstuma, Miles de millones, Sagan relata esta curiosa experiencia con la perspectiva de los años.

Pero no sólo destaca la actitud de Sagan ante las implicaciones de la guerra fría, sino también sus opiniones acerca de la peor de las formas de guerra caliente: las armas nucleares. La especialización de Sagan en el estudio de las atmósferas planetarias lo llevó a plantearse, como bien sabemos, las posibles consecuencias de un impacto asteroidal con la Tierra. Una derivación natural de esos estudios fue el análisis de las consecuencias de un bombardeo atómico masivo. Sagan y sus colaboradores propusieron por primera vez el guión de lo que se ha dado en llamar el invierno nuclear: las gravísimas consecuencias climáticas de un enfrentamiento nuclear a gran escala. Sus conclusiones se recogen en un libro impresionante escrito con Richard Turco titulado precisamente así, El invierno nuclear. En España alcanzó menos difusión porque su publicación coincidió con el decaimiento de la guerra fría. Aun así, su lectura sigue siendo muy recomendable: a pesar del fin de la guerra fría, los arsenales nucleares del mundo sigue repletos igual que antes.

Sagan hizo una publicidad muy eficaz contra el armamento nuclear. Aparte de su obra dedicada al invierno nuclear, todo el mundo recuerda el capítulo impresionante -tanto de la serie de televisión como del libro Cosmos- titulado ¿Quién habla en nombre de la Tierra?

Sagan manifestó en diversas ocasiones, incluyendo algunas de sus obras más conocidas, su oposición a varias aventuras bélicas estadounidenses, reales o proyectadas. Su oposición al proyecto Guerra de las galaxias es una consecuencia directa de su actitud ante la carrera de armas nucleares, como explica en El invierno nuclear. Sobre su oposición a la guerra del Golfo ofrece detalles en Miles de millones.

En conclusión, para cerrar el apartado dedicado al pacifismo, hay que hacer constar que Sagan es una de las personas que más ha contribuido a que la humanidad tome conciencia de que las consecuencias globales de una guerra atómica a gran escala serían de tal magnitud, que no tendría sentido hablar de vencedores en un enfrentamiento semejante.


Ecologismo.

Las referencias a la defensa del medio ambiente y al uso racional de los recursos no renovables (esencia del ecologismo) son constantes en la obra divulgadora de Sagan. Al igual que en su actitud opuesta a las armas nucleares, los argumentos de Sagan provienen no tanto de consideraciones ideológicas más o menos abstractas, sino del estudio científico y racional de la situación. Ello le confiere un gran poder de convicción a sus argumentos.

Como sabemos, Sagan fue uno de los creadores de la teoría del efecto invernadero. Esta teoría se formuló para dar explicación a las elevadísimas temperaturas que reinan en la superficie del planeta Venus. Para dar una medida de la situación comentemos que Venus se encuentra al doble de distancia al Sol que Mercurio. Sin embargo, en Venus hace el doble de calor que en Mercurio (500 grados en Venus frente a 300 en Mercurio). La única razón de esta anomalía es el efecto invernadero inducido por el alto contenido de dióxido de carbono de la atmósfera venusiana. Sagan siempre insistió en el valor ejemplarizante de lo que está pasando en Venus, y sus advertencias sobre las posibles consecuencias del calentamiento global en la Tierra debido a la emisión de dióxido de carbono producido por la quema de petróleo son constantes. Hay ejemplos en La conexión cósmica, Un punto azul pálido y, sobre todo, en Miles de millones, donde varios capítulos están dedicados al calentamiento global, la gestión de los combustibles fósiles y las energías alternativas.

Si Venus es el paradigma del efecto invernadero, Marte es, en la obra de Sagan, ejemplo recurrente para ilustrar los efectos de la degradación de la capa de ozono. El suelo marciano analizado por las sondas Viking, frito y esterilizado por la radiación ultravioleta solar, es un ejemplo machacón de las consecuencias extremas que puede implicar el crecimiento del famoso agujero de ozono. También resulta ser su obra póstuma, Miles de millones, la que trata este tema con más profundidad.


Implicaciones políticas.

A nadie se le pueden escapar las implicaciones políticas de todos estos asuntos. Y, ciertamente, Sagan no rehúye formular algunos de los corolarios políticos de sus opiniones. Es algo que hace no sólo cuando se trata de pacifismo o ecologismo. También cuando habla de la lucha contra las seudociencias (por ejemplo en El mundo y sus demonios), Sagan concluye con una apología clara de la educación pública y del apoyo estatal a la investigación básica (no aplicada). Del mismo modo, El invierno nuclear está repleto de ideas contundentes sobre política internacional, y Miles de millones contiene multitud de referencias expresas a acciones políticas nacionales e internacionales para detener el deterioro del medio ambiente.

Si a este tipo de opiniones se añade el talante decididamente agnóstico o ateo de Sagan (manifiesto en muchas de sus obras, por ejemplo en Un punto azul pálido) y sus opiniones acerca de otros asuntos conflictivos (por ejemplo el aborto, tratado en Miles de millones), se entiende que en el panorama político de EEUU, en el que sólo hay dos opciones, Sagan estuviera clasificado de modo irremisible en el lado progresista. Él mismo lo asume cuando titula una parte entera de Miles de millones (la dedicada al medio ambiente) con la pregunta: ¿Qué conservan los conservadores?. Incluso entre los simpatizantes del partido demócrata, sus posiciones son vistas a veces con recelo.

Sin embargo, desde el punto de vista europeo o incluso español, muchas de las propuestas de Sagan parecen moderadas y asumibles por partidos nada sospechosos de extremismo. Creo que en un ambiente como el español, las propuestas pacifistas y ecologistas de Sagan se captan en su justa medida y con la objetividad que les confiere su justificación científica. Por eso creo que en nuestro entorno Sagan cuenta con tantos partidarios y tan pocos detractores, y le auguro a su obra póstuma, la de más carga ecopacifista, el mismo éxito de público que a las anteriores.

Quiero terminar citando dos frases de Sagan que sintetizan su actitud ante los temas tratados. La primera, tomada de Un punto azul pálido, resume el camino que lo llevó a sus opiniones sobre el respeto del medio ambiente:

"Otros mundos nos proporcionan informaciones cruciales sobre las estupideces que no debemos cometer en la Tierra. Recientemente se han descubierto tres potenciales catástrofes ambientales, todas ellas con efectos a escala global: la reducción de la capa de ozono, el calentamiento fruto del efecto invernadero y el invierno nuclear. Y resulta que los tres hallazgos se hallan íntimamente relacionados con la exploración planetaria".

Acabo con una cita de Miles de millones elegida -con buen criterio- por los editores para la cubierta del libro, y que muestra el carácter optimista de Sagan:

"A menos que resultemos mucho más estúpidos de lo que creo, de las crisis medioambientales de nuestro tiempo debería surgir una integración de las naciones y las generaciones, e incluso el final de nuestra larga infancia".

David Galadí-Enríquez
Centro de Astrobiología (CSIC-INTA)
Torrejón de Ardoz
Madrid, España

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