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Cielo de verano en el Hemisferio Sur

Silvia Díez Smith | Qué podemos observar

Se suele escuchar con frecuencia que, en nuestro hemisferio, los mejores cielos para observar son los invernales por la riqueza de los objetos que se encuentran a la vista. Sin embargo, nos encontramos con la crudeza de los fríos días por estas latitudes, que muchas veces frustran nuestras salidas por mejor voluntad que se ponga. Los cielos de verano son igualmente maravillosos, llenos de inquietantes y fascinantes objetos a la vista, que van cambiando como si realmente de un teatro se tratara. Algunos se irán, desapareciendo hasta la próxima temporada, y otros llegarán para renovar nuestro interés en ellos.

Agreguemos a esto los planetas que más atraen nuestra atención: Saturno y Júpiter, ya visibles por estos días a buena altura, después de las 22 h observando hacia el noreste.

Júpiter nos ofrece desde la Gran Mancha Roja para hacer su seguimiento, hasta sus satélites galileanos, para aquéllos que gustan de esta actividad. La sola contemplación de sus bandas ya es una delicia. Con binoculares no podremos apreciar sus bandas, pero sí sus cuatro satélites galileanos.

Saturno, el planeta que fascina a cualquiera que lo observe por primera vez, con un telescopio reflector de 15 cm se ve estupendo. Con mayores, ni que hablar. No lo verán inmenso; pequeño, casi como una figurita de manual de escuela.

Marte, para los madrugadores o trasnochadores, a poca altura observando hacia el horizonte este-noreste. Nos ofrece pocos detalles, y suele decepcionar al novato. Quien agudiza la vista y posee un telescopio mediano, puede observar los polos o algún detalle.

Mercurio, por estos días rondando el horizonte este, difícil ver por su baja altura.

Venus, después de la puesta del Sol, observando hacia el oeste, y por largo rato a muy buena altura. Podemos observar sus fases.

Neptuno y Urano, estos dos puntitos verdosos. Siempre nos empeñamos en buscarlos... Se pueden encontrar en Capricornio durante muy buena parte de la noche. Con poco o mucho instrumental, para todos los gustos

Desde los más modestos binoculares, ya tenemos para deslumbrarnos con la observación.

Los primeros que tuve fueron unos Sotem de 7x35, modestos, pero fascinantes. Pude deleitarme con ellos durante muchos años, observando cúmulos, nebulosas, multitud de estrellas que no veía a simple vista, etc. Claro que no se observan grandes detalles, pero para mí, fue el paraíso.

Los más adecuados: unos buenos 7x50 nos dejarán totalmente satisfechos; unos 9x63 nos dejarán boquiabiertos.

Con telescopios pequeños, medianos o grandes, todo irá bien. Para objetos como los Messier, lo recomendable es usar oculares de poco aumento y gran campo.

¿Qué podemos observar?

Por estos meses, tenemos una buena variedad de objetos Messier a la vista. Entre los más conocidos: Las Pléyades (M45); la Gran Nebulosa de Orión (M42) conjuntamente con su satélite M43; el Pesebre (M44) en Cáncer; variedad de galaxias en Virgo y Coma Berenice, etc.

Observando hacia el Sur, las fascinantes Nubes de Magallanes nos ofrecen sus maravillas.

Comencemos por la Gran Nube de Magallanes, esta galaxia irregular con aspecto verdaderamente de nube a simple vista. Debemos ser realistas: la contaminación atmosférica de las grandes ciudades nos obliga a retirarnos hacia las afueras para poder apreciarlas en toda su magnitud, tanto a la mayor como a la menor. Encontramos la Gran Nube en la constelación del Dorado. Cubre unos 12° del cielo. Se encuentra a una distancia de 160.000 años luz y tiene una magnitud de 0,9. En esta galaxia se encuentra una nebulosa gaseosa gigante llamada 30 Doradus, más conocida como Tarántula. Multitud de cúmulos y nebulosas se apiñan en esta galaxia.

Las observaciones más hermosas de La Gran Nube, así como de la pequeña, tuve oportunidad de hacerla desde locaciones alejadas de los centros urbanos, aprovechando los largos viajes a Mendoza o a la Patagonia. En esos cielos claros y limpios, lejos de cualquier tipo de contaminación, se admiran al punto de la emoción a simple vista. Se puede ver de un color perlado brillante. Con binoculares, son extraordinarias. Dejo el lujo de los mil detalles para quien se vea tentado a observarla detenidamente.

La Pequeña Nube de Magallanes es otra galaxia irregular. Se encuentra en la constelación de Tucán, cubre un área de unos 8°, y presenta una magnitud de 2,3. Se encuentra a una distancia de 190.000 años luz. Esta pequeña galaxia es una de las más cercanas a la nuestra junto a la Gran Nube de Magallanes. Tiene pocas nebulosas y menos polvo que la Gran Nube, aunque tiene una mayor proporción de estrellas. Estos dos objetos son imperdibles, y están a disposición del ojo del observador gran parte del año.

Muy cerca de la Pequeña Nube de Magallanes, encontramos otro objeto imperdible, el cúmulo globular 47 Tucanae (NGC104), que se encuentra en la constelación de Tucán. Tiene una magnitud de 4,0 y es uno de los cúmulos globulares más próximos: su distancia es de unos 20.000 años luz. Es de una belleza muy particular. Su alta concentración de estrellas nos deja fascinados. En belleza, a mi ver, en esta zona del cielo es sólo superado por Omega Centauri. Se encuentra en AR 00 h 24,1 m dec: -72° 05'.

En esta misma zona, muy cerca de 47 Tucanae y de la Pequeña Nube de Magallanes (sobre ésta y a la izquierda de 47 Tuc) tenemos otro cúmulo globular. NGC 362 tiene una magnitud de 6,6. Es también un cúmulo muy compacto, aunque no como 47 Tuc, no tan fácil de ver y, por supuesto, no tan atractivo como aquél. Su ubicación: AR 1 h 03 m 12,0 s dec -70° 51'. Se encuentra a una distancia de 8,7 kiloparsecs.

Si esperamos hasta la medianoche, al levantar más la Vía Láctea en esta zona -observando hacia el horizonte sur- veremos muchos objetos destacados. Entre ellos uno de los más atractivos es NGC 2516. Este cúmulo tiene un gran tamaño. Se observa en detalle con telescopios de campo amplio. Tiene una magnitud de 3,8 y se encuentra a una distancia de 440 parsecs en la constelación de Carina. Está compuesto por estrellas que van de la magnitud 7 a 13, y tiene una antigüedad de 100.000.000 de años. Su tamaño aproximado es de 1° (para comparar, la Luna tiene medio grado).

En esta zona que menciono, busquen después de medianoche, y a quien guste jugar disfrutando de la observación, que haga un barrido de la zona. Se encontrarán con objetos deliciosos y sorprendentes.


Silvia Díez Smith
Editora asociada de Astronomía Digital
cielosur@cielosur.com
http://www.cielosur.com
Argentina

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